viernes, 30 de noviembre de 2018

Simón Rodriguez . Maestro de Simon Bolivar




          Uno de los genios más incomprendidos que produjo  Venezuela al final de su etapa colonial fue Simón Rodriguez. De humilde procedencia, nació en Caracas el 27 de octubre de 1771 y murió en San Nicolás de Amatope, Perú, en 1854. Filósofo,escritor, educador, Rodriguez fue un gran visionario cuando en sus escritos dijo "una revolución política descansa en una revolución económica" o el futuro de estas naciones está en poner atención en la colonización de los países con sus propios habitantes y educar, siempre educar.
          En 1791 el cabildo de Caracas lo nombró maestro de primaria y dos años más tarde le presentó su escrito "Estado actual de la escuela demostrado en seis reparos". Dicha investigación no fue tomada en cuenta y él renunció al cargo en 1793. En la casa donde vivía daba clases y educación al niño Simón Bolívar. En 1797 se produjo la conspiración de Gual y España y ese mismo año Simón Rodriguez se fue de Venezuela a la que regresaría jamás, por lo se supone que estaba comprometido en dicha conspiración.
          Se convirtió en un andariego. Visitó Jamaica, Estados Unidos, Londres y buena parte de las ciudades más importantes de Europa.  En Bayona, cuando empezó a identificarse como Samuel Robinson, conoce al mejicano Fray Servando Teresa de Mier y con él traduce al español el "Atala" de René de Chattaubriand que utilizaron en la escuela de español que regentaba en Paris. Allí lo encontraría Bolívar en 1906 y viajarían a Italia donde el caraqueño pronunciaría su célebre Juramento sobre el Monte Sacrro.
          En 1823 Simón Bolívar se encontraba en Perú y supo que su maestro se hallaba en Colombia. Le escribió al General Santander, que se hallaba encargado, debido a su ausencia de la presidencia de Colombia, y le recomendó a Rodriguez. En 1824 le volvió a recomendar a Santander y le escribió estas palabras: "Yo amo a ese hombre con locura. Fue mi maestro, mi compañero de viajes y es un genio, un portento de gracia y talento para el que lo sabe descubrir y apreciar. Es un maestro que enseña divirtiendo y un amanuense que da preceptos a su dictante. El es todo para mi. Cuando yo lo conocí valía infinito. Mucho debe haber cambiado para que yo me engañe".
          Para Rodríguez el nuevo orden republicano descansaba en la escuela por eso fundó en Bogotá la Casa de Industria Pública, en 
nuestro vocabulario actual, suerte de escuela técnica. Como no logró apoyo a su idea, se marchó hacia el sur. En Lima encontraría de nuevo a Bolívar quien lo nombraría Inspector General de Instrucción Pública y Beneficiencia. En Chiquisaca intenta poner en practica de nuevo su idea, pero el Mariscal Sucre no lo entiende y escribe al General Bolívar (1826):"Considero a don Samuel un hombre muy instruido, benéfico cual nadie, desinteresado hasta lo sumo y bueno por carácter y por sistema; pero lo considero también con una cabeza alborotada con ideas extravagantes y con una incapacidad para desempeñar el plan que él dice y que no sé cuál es..." No debe olvidarse que el Mariscal era ingenierio, hombre amante de los formulismos y de las prácticas burocráticas. Tal vez cansado de tanta incomprención, Rodriguez, alli conocido como Robinson, decidió renunciar al cargo al que había sido nombrado por Bolívar; "Yo no era un empleadillo adocenado de los que obstruyen las antecámaras: yo era el brazo derecho del Gobierno: yo era el hombre que usted había nombrado y recomendado en público repetidas veces: yo me habia ofrecido a concurrir con mis conocimientos y con mi persona a la creación de un Estado, no a someterme a formulillas, providencillas, ni decretillas, en fin yo no era ni Secretario, ni amanuense, ni Ministro, ni alguacil..."
           En Oruro, donde escribió esta renuncia, llegó a vivir muy pobre. Un día recibió la oferta de un cargo directivo en el colegio de Concepción, Chile. De esta ciudad parte a Valparaiso, donde lo encuentra el viajero francés Vandel-Heyl. Cuenta Vicente Lastarria que cierta vez sorprende a Andrés Bello como en un trance de llorar frente a un viejo calvo y mal vestido cuando en realidad se desternillaba de la risa ante lo que le contaba Simón Rodriguez de un banquete de Sucre.
           De nuevo su vida de andariego, donde pasa los últimos años de su vida. De nuevo el tránsito por los caminos: Tititaca, Azarango (donde lo encuentra otro visjero francés, Laurent saint-Cricq, como pulpero), Quito, Túquerres (Colombia), Latacunga y, por último, San Nicolás de Amotape. Algunas obras suyas las imprimió, otras las hacía circulan en manuscrito: "Sociedades americanas de 1828"; "Pródromo"(1828); "El Libertador del Mediodia de América y sus compañeros de armas defendidos por un amigo de la causa social" (1830); "Luces y virtudes  sociales"(1834); "Consejos de amigos dados al Colegio de Latacunga" (1851). Figuras como Arturo Uslar Prietri, que escribió una biografía sobre su vida, afirma que "durante su existencia, con la excepción de Bolívar, quizá nadie lo tomó en serio". Por último, el célebre escritor José Lezama Lima,
lo llamó "el gran escapado" en su ensayo "El romanticismo y el hecho americano".
























































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