martes, 6 de noviembre de 2018

El vals criollo y musicos extranjeros

     


          Oriundo de Viena y de la Europa Central, donde apareció en la segunda parte del siglo XVIII, el vals llega a América a principios del siglo XIX pero se desconoce la fecha en que fue introducido en Venezuela. Sin embargo, a través de una lenta transformación en nuestros predios, el vals se le fue agregando una riqueza rítmica criolla desconocida en Europa, lo cualse debió a la labor anónima  músicos criollos que al adoptar el vals fueron "incorporando diseños rítmicos del joropo, elementos del 6 x 8 de algunos bailes españoles o nativos... y toda una serie abundante de síncopas de origen tal vez africano y no sabemos si también ... de fuentes indígenas" (José A. Calcaño, "La ciudad y su música", Monte Avila Ed., Caracas, 1985).  Esta rica amalgama de ritmos y giros fue produciéndose a partir de la segunda mitad del siglo XIX y cuando Antonio Guzmán  blanco asume el poder ya el vals predomina en el movimiento musical del país.
          Para el año del primer centenario del nacimiento del Libertador Simón Bolívar (1883), el vals criollo fue referido por el músico don Salvador Llamosas, en un escrito de la revista de música y literatura "Lira Venezolana", de la siguiente manera: de las dos partes del vals, según el modelo europeo, la primera "escrita ordinariamente en el modo menor, es melancólica y pausada, la melodía ondula suavemente, llena de voluptuoso abandono. Mas, al comenzar la segunda, el ritmo se aviva y enardece, y hace su estallido el entusiasmo y centellea los rasgados ojos de la morena que vuelve su airoso talle en vertiginosos giros y luce sus gallardos movimientos al compás de aquella música aldorosa y apasionada. Viene después la tercera parte a atemperar tales transportes de alegría, a establecer una especie de diálogo, festivo y galante, aunque de ordinarío consta nuestro valse de dos partes." En ningún país hispanoamericano "alcanzó tanto auge el vals ni llegó a tan noble majestad expresiva como en Venezuela a partir de la segunda mitad del siglo XIX... Como música de baile en los salones, comenzó a rivalizar con la contradanza y otros bailes de figuras hasta que los destronó definitivamente.  En sus formas danzarias ha producido compsitores que nada tienen que envidiar al mejor Strauss; en sus formas concertantes ha dado composiciones que habrían fascinado a un Chopin.  Todos estos valores estéticos han destacado al vals venezolano --llamado precisamente "vals grande" por su alta jerarquía musical--.  Todos estos atrbutos se encuentran en el vals "Geranio", obra maestra del compositor  venezolano Pedro Elias Gutiérrez, el cual ha sido cosagrado en la tradición caraqueña como nuestro vals por excelencia."(Véase CARACAS 400 AÑOS. Música Popular, Volumen I, Ediciones Círculo Musical, Caracas, 1967).
          Como un enriquecimiento adicional del vals, existe el aporte de músicos extranjeros que gustaron de nuestro medio y en su mayoría se enraizaron en el mismo.  En la época de Guzmán Blanco, el maestro italiano Gallignani, que se había enamorado de la bella ciudad avileña, compuso "La Perica", uno de los pocos joropos caraqueños. Es un joropo peculiar, pues tiene mucho de tarantela (baile napolitano de movimiento muy vivo al compás 6 x 8). Pese a su antiguedad "La Perica" aún se escucha en la radio venezolana. Otro maestro napolitano aclimatado en Caracas fue Ernesto Magliano, quien compuso en un ritmo tango-merengue "Chupa tu mamey", el cual se popularizó mucho en el país.
          Dos músicos trinitarios vinieron a Caracas en 1930, Lionel Belasco y Edmundo Ross.  Según Aldemaro Romero, Belasco revivió al vals venezolano, que inicialmente tenía ocho partes imitativas del vals vienés y él lo convirtió en  un vals urbano de tres partes, más pegajoso, más fácil de retener, mucho más criollo. Belasco también compuso los valses "Miraflores", "San José", "Juliana" y "Luna de Maracaibo". Según el mismo Romero, Belasco creó el cuarteto básico criollo, el cual constaba de piano, clarinete, cuatro y bajo. Este esquema fue posteriormente imitado y popularizdo por el "Cuarteto Caraquita". Romero conoció a Belasco en 1955, cuando visitó de nuevo la ciudad: "era un hombre alto, aprox. 1,75 mts., de pelo blanco. Pese a los muchos años que vivió en Venezuela, hablaba muy mal el castellano". Belasco fue el primero que jazzeó (improvisó) la música venezolana, cuestión que no se acostumbraba en el país: primero, exponía el tema musical en el piano, cuando repetía la primera parte lo hacía con variaciones, es decir, jazzeaba la música. En cuanto a Edmundo Ross, sería escogido como primer timpanista de la Orquesta Sinfónica Venezuela y posteriormente se residenciaría en Londres y se haría famoso con su orquesta de música instrumental. Romero lo visitaría años después y constataría el cariño que aún sentía por Caracas.
          Por último, los peruanos Miller y Blakut, músicos de la Orquesta "El Maño", que visitaron la capital en época del dictador Gómez, le compusieron a Caracas el vals "Rosa Gentil".



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