jueves, 28 de febrero de 2019

Josefina -- Parte II

       




          La mueblería de Gyovanni se estableció con éxito en Baruta especialmente porque el negocio de mueblería fue presentado como si Baruta fuera una gran ciudad.  Este tipo de tratamiento atrajo mucho público que vieron la exhibición de muebles como una gran novedad.  El gran salón donde se hallaban los dos juegos de muebles (uno para la sala y otro para el comedor) estaba ilustrado con cuadros que mostraban paisajes de Roma y de Caracas, adecuadamente distribuidos de manera que no eran las piezas fundamentales del muestrario sino como cuadros agradables que en cierta manera hacían agradables la vista de los muebles. En el patio se hallaban dos juegos similares pero de colores diferentes. Esta parte de la exhibición fue un éxito. Lo demás fue la labia de
 Ramiro, el ayudante del dueño del negocio que se lució al describir las bondades y atracciones de cada juego en particular que Ramiro describió en un lenguaje sencillo y comprensible por cada persona o matrimonio que estuviera interesado en comprarlo para su uso en su casa.  La labor de Ramiro le quitó un peso de encima a Gyovanni que todavía no tenía la fuidez suficiente en español parahacer dicha presentación.
          La exhibición fue todo un éxito comercial. Se vendieron los cuatro juegos que se exhibieron. Afortunadamente, Gyovanni tomó la previsión que los mueblos serían entregados en un lapso no mejor de 15días contados a partir de la fecha de compra.  esto fue justificado por Ramiro debido a que la empresa estaba recientemente establecido e Baruta y era necesario darle a los modelos presentados la suficiente publicidad. Gyovanni tenía ya concluidos dos juegos antes del 30 de noviembre y tendría listos dos juegos más para el 15 de diciembre y programados los cuatro juegos para el 15 de enero. Hasta el 31 de diciembre de ese año se vendieron ocho juegos (cuatro de uno y cuatro del otro) ademá del comedor separado y por lo menos cuatro sillas adicionales del mismo estilo.
         Tanto Matilde como Josefina visitaron la exposición de la muebleria que fue una sensación entoda la región.  No se sabe si esa fue la ocasión en que Gyovanni viera a Josefina.  Lo cierto es que se enamoró de ella al momento de verla. Tampoco se sabe como averiguó la dirección de las damas. Lo cierto que una tarde se presentó en su residencia. Josefina había salido a visitar un cliente de la urbanización. Gyovanni fue franco con Matilde: le confesó quese había enamorado de Josefina y le rogaba que le permitiera visitarla. Matilde, confundida, no tuvo otra alternativa que acceder a que la visitara el próximo sábado (dos días después)lo cual le daba tiempo a conversar con Josefina y convenir con ella, si no le agradaba el joven, a tratarlo con la educación debida.
          Josefina ya lo conocía cuando lo viera en la exposición de la mueblería y le llamó la atención. Por eso se interesó en la visita. Ese sábado arregló la casa y la hizo brillar de lo limpio. Matilde tuvo que llamarle la atención ante la demasía de la limpieza. La joven se dedicó a arreglarse y presentarse lo más atractiva posible.
          Gyovanni se presentó con un ramo de rosas rojas apareció algo azorado cuando Matilde le abrió la puerta. El italiano, nervioso, se presentó pidiendo excusas por la molestia que causaba, etc. etc. Matilde aceptó sus excusas y lo  invitó a sentarse en la sala y esperar la llegada de la solicitada. Josefina le sonrió al entrar a  la sala y le extendió su mano de bienvenida. Gyovanni la estrechó con agrado aunque sudaba a mares pensando, tal vez, que sería rechazado. Pero fue un amor a primera vista por ambos lados. A la  hora de la visita, Matilde se presentó a la sala con una excusa baladí, pero Gyovanni comprendió y le dijo que él se estaba despidiendo y preguntaba si podía visitarle los sábados por la noche. Matilde le respondió que no había problemas si Josefina lo aceptaba. Ésta sonrió, también azorada y dijo si con un gesto de su cabeza.
          Era un noviazgo a la antigua que ya no se acostumbraba en Caracas y eso le hizo recordar a Matilde su noviazgo con su difunto esposo, que ya tenía 15 años de muerto. El recuerdo fue tan nítido que pidió excusa a Josefina (se hallaban conversando en la cocina) y se retiró a su cuarto, llorosa, a recordar aquellos momentos tan agradables. Todos los sábados, alrededor de las siete, se presentaba Gyovanni con un ramo de flores (de diferente tipo en cada ocasión). Matilde había convenido con Josefina que la visita no debía durar más de dos horas. Y eso fue el primer comentario que le hizo al novio. Éste sonrió y aceptó con un gesto de su cabeza.
Pero así mismo le comunicó, cuando ya tenían tres meses de conocerse, que el no podía vivir sin ella y que deseaba casarse lo más pronto posible. Ya llevaba dos años dedicados al trabajo, ya había fundado dos sucursales en Caracas que le estaban dando buen dinero, pero se sentía muy solo y deseaba tener su familia. Ella le contestó que opinaba lo mismo pero que no podía dejar sola a Matilde y debía buscarle una muchacha que le hiciera compañía.  También le hizo saber que ella tenía una profesión y no pensaba ser una carga para su futuro esposo.  Gyovanni parecía haber esperado eso y le aclaro, todo serio, que él se acargaría de ayudarla a establecer su negocio de costurera.
          Pero el casamiento de Gyovanni tenía que ser un acontecimiento a todo dar. Lo primero que hizo fue buscar una casa apropiada para estetipo de suceso. No lo encontró en Baruta. Supo que un cliente que en una de las quintas de los alrededores deseaba vender su casa pues se mudaba a un apartamento en la Urbanización Altamira. Habló con él y le propuso el negocio de una "casa para matrimonios" y le explicó lo que quería decir en su todavía escaso castellano. El amigoaceptó pero no quería encargarse del negocio pues estaba cansado de tanto trabajar. Gyovanni le dijo que él buscaría la persona para la administracción del negocio... Con su pupila de negociante y buen administrador, encontró a la persona con la experiencia necesaria y armó un negocio  con tres socios que aportarian igual capital: Gyovanni equiparía la quinta con todo lo que necesitara para operar (muebles, camas, etc.), el dueño aportaría la quinta y Rodríguez aportaría el capital para la movilización del negocio. El nuevo socio recomendó que mejor era pensar en un sitio para realizar una variedad de asuntos: matrimonios, reuniones, bailes, etc. etc. Pero el italiano le dijo:
--Pero lo inauguraremos con un matrimonio, mi matrimonio.
--Esta bien --aceptó Rodriguez-- Lo que quiero es no cortar las posibilidades del negocio si podemos utilizarlo para otras actividades que también podrían darnos ganancias...

miércoles, 27 de febrero de 2019

Josefina --parte I

           


           Tal vez la amistad sea uno de los rasgos más sublimes y bellos de la raza humana.   No hay nada más fascinante que observar una amistad entre dos personas que supera los tiempos y las vicisitudes y se mantiene incólume.  Esta reminiscencia viene a mi mente cuando recuerdo la historia de Josefina y Matilde.
           Josefina fue una muchacha de 15 años que llegó del interior del país a trabajar en labores del hogar; en la casa de Matilde; ayudaba  a Matilde en la crianza de sus dos hijos y en el mantenimiento de la casa. Por las noches, Matilde le enseñó a leer y escribir a Josefina. Dos años después, animó a la muchacha a que asistiera de noche a la escuela para adultos que funcionaba en la urbanización.  requería tiempo y dedicación Josefina se interesó en el estudio y años después sorprendió a la familia cuando obtuvo su Certificado de 6to. grado de Educación Primaria.  Después Josefina se interesó en la moda y se inscribió en un curso de Corte y Costura.  Luego de aprobarlo, con el uso de figurines de la moda, Josefina se dedicó a confeccionar sus propios vestidos. Como tenía habilidad e imaginación, pronto destacó confeccionando vestidos tanto para ella como para Matilde y también para Luisaelena, la hija de ésta.
           Por supuesto, como esto requería tiempo y dedicación, Matilde no quería que Josefina se esclavizara con esta actividad por lo que llegó a un acuerdo con la joven de que trabajara en la costura solo en las noches, que la familia corría con los gastos de materiales que utilizara en la confección de los vestidos y que ella recibiría un sueldo adicional por cada traje que terminara. "Lo que quiero con esto es darle valor a tu trabajo y a no esclavizarte. Si resulta que haces un buen trabajo,  ¿quien quita que en el futuro te conviertas en una costurera profesional y tengas tu propio negocio aquí en La Trinidad?"  Es decir, Matilde le tomó tanto cariño a la joven que, al ver las ideas que tenía como costurera y la habilidad que tenía para la confección de vestidos que ya, antes de empezar,
deseaba éxito en el negocio.
            Así fue.  Los vestidos que Josefina elaboró para Matilde y su hija, estuvieron tan bien hecho que pronto fueron una novedad en la calle del Arenal donde vivían.  Algunas amigas de Matilde se interesaron en que le hicieran vestidos a ellas también ypoco a poco Josefina fue estableciendo una clientela y una reputación profesional.
           Con el final de la  segunda Guerra Mundial comenzaron a llegar a Venezuela inmigrantes europeos que se establecieron en diversas ciudades del pais, entre ellas, Caracas.  Entre estos miembros de la diáspora destacaron los italianos que fortalecieron y renovaron la industria de la construcción del pais asi como artesanos de diversos oficios, como la mueblería, que también llegaron.  Una de las características de estos buenos inmigrantes era la de adaptarse a las costumbres del lugar donde se asentaron y también a darse a conocer en sus oficios y artesanías.
           Uno de estos italianos, Gyovanni que, como no tenía capital, comenzó elaborando sillas para niños y luego las vendía en una esquina cerca de la iglesia de Baruta.  Así fue poco a poco reuniendo capital hasta que pudo compar sus herramientas de carpintería y ebanistecería; se habló con el dueño de un galpón en las afueras del pueblo para que le alquilara una parte del galpón para establecer su carpintería.  Llegaron a un acuerdo y Gyovanni pudo así montar su primer negocio.  En los primeros meses o tal vez durante su primer año, Gyovanni prácticamente salía de su negocio sólo a vender los muebles que había construido; dormía en su negocio (en una esquina del galpón hizo un cuarto donde metió un pequeño escritorio, una silla y un colchón para dormir. Comía en un restaurant del pueblo. En ese tiempo observó al dueño del galpón que trabajaba para otras industrias en la preparación de láminas limpias y de cierto tamaño para ser utilizadas en el comercio de Baruta o Caracas.  Al galpón le traían troncos gruesos y con su equipo de trabajo los limpiaba, cortaba en láminas de cierto largo y espesor, luego las limpiaba y pulía y dejaba listas para la venta. También hacía trabajos de ebanistería para algunos negocios de Baruta. Rodrigo, el dueño del galpón, como cerraba las puertas de hierro del galpón con llave y como Gyovanni dormía alli, le entregó una llave de la puerta principal con el convenio de que no dejara el galpón solo después de las 9 de la noche. Gyovanni siempre le cumplió. Rodrigo, las primeras semanas apareció en el galpón  después de las 9 de la noche y verificó que el italiano cumplía con el acuerdo.  Entretanto, Gyovanni a los 6 meses tenía tanto trabajo en su negocio que se vio obligado a contratar un ayudante y dos operarios. El ayudante tenía conocimieentos y experiencia en trabajos de mueblería; los dos ayudantes entraron comoaprendices en mueblería y  Gyovanni los formaría en diversas ramas de la mueblería.
           Al año el negocio estaba viento en popa tanto en producción de muebles como en ventas. Sin embargo Gyovanni se convenció que las ventas podrían ir mejor si estuviera si tuviera un negocio en Baruta donde exhibiera sus muebles. Era el mes de junio y pensó que debía tener ese negocio en Baruta, instalado, a más tardar en octubre. Alquiló una casa de dos puertas y una ventana, ideal para la exhibición de muebles.  El resto de la casa tenía dos habitaciones, comedor y cocina, ideal para que él se mudara y viviera con mayor comodidad. Así lo hizo. Diseñó  varios juegos de muebles de estar y comedor y se los entregó a Ramiro, su ayudante en el galpón, para que fuera cortando las piezas de los futuros muebles, mientras él se encargaba, con unos obreros de limpiar y pintar la casa donde estaría la nueva mueblería. Los cuatro juegos de muebles (dos comedores y dos salas) deberían estar listos e instalados a mediados de septiembre. (Él pensaba abrir la "Mueblería Italia" a principios de octubre).  Entretanto, estaba diseñando dos nuevos juegos para ser fabricados para noviembre; y el diseño de mesas y sillas que se instalarían en el comedor de la casa donde él viviría y se tendrían como exibición con cómodas o algún otro mueble del comedor. En otras palabras el sitio donde él almorzaría o cenaría debería ser también centro de exhibición. 
           Así se estaba preparando Gyovanni para establecerse como comerciante en Baruta con las mejores intenciones de ser un comerciante exitoso.

viernes, 1 de febrero de 2019

La tragedia del barrio




          Roberto no supo el momento en que se percató de la tragedia de su barrio.  Si fue un viernes en que observó la cara descompuesta de un joven que salió trastabillando del botiquín de la esquina y luego se enteró que al día siguiente amaneció muerto, sentado en uno e los bancos del parque cercano a su residencia. El comentario posterior que escuchó en el barrio fue que el joven había perecido como consecuencia de una "complicación etílica"; o la vez que él se asomó a la vidriera de una tienda del sector comercial cercano y observó movimientos extraños de personas que parecían estar desvalijanfo ese comercio cerrado.  Aunque lo impresionó el hecho de que estuvieran robando y eso lo preocupó, considero´que lo mejor para él era desaparecer del lugar para evitar que se viera complicado en el robo. Poco después de alejarse, escuchó la sirena de la policía, unos disparos y el momento en que los agentes del orden violentaron la puerta principal de la tienda, penetraron en ella y a los pocos minutos salieron con los cacos exposados. Este tipo de suceso es poco visto en este sector de la ciudad, caracterizado por ser la residencia de gente humilde, tranquila y trabajadora y donde escasamente se veían delitos parecidos. o fue cuando, meses más tarde, la policía una mañana llegó al sector donde Roberto vivía, abordo de dos radiopatrullas, tocando con ímpetu la puerta de una casa de esa cuadra, como nadie abría, reventaron a tiros la cerradura y penetraron violentamente a la vivienda. Cierto tiempo después salieron con los habitantes de esa casa --dos hombres, uno joven como de 20 años y otro bastante adulto, como de 50 años--, aseguados con exposas, mientras dos agentes salían con paquetes de cocaina, un alijo que pesaban varios kilogramos.
          Tal vez eran señales decepcionantes de que el barrio se había transformado, de que ya no era el mismo. Pero la verdadera demostración de esta tragedia la experimentó Roberto en carne propia, cuando se arriesgara a salir a la calle debido a la enfermedad de su madre.
          En el instante en que abrió la puerta de la calle, percibió el silencio reinante como la acción misteriosa de una inesperada celada. de allí su indecisión a dar los primeros pasos en la calzada.  Pero debía salir, ir a la farmacia más cercana a comprar un remedio para su madre, que había pasado una noche atroz, sin dormir y tosiendo constantemente.  Él se sentía muy cansado pues escasamente pudo conciliar el sueño, atendiendo a su madre en su ajetreo, sobándole el pecho pues pensaba que al hacerlo la ayudaba a superar la crisis; ella se aliviaba un poco pero luego retornaba a su agite, a toser incansablemente hasta casi desmayarse como consecuencia de su agotamiento. "Es algo que tengo en la garganta, hijo", le decía con una voz agónica, "algo que me pica y me hace toser".  Él comprendía lo que intentaba decirle pero lamentablemente nada podía hacer para aliviarla. "Iré a la farmacia cuando amanezca y hablaré con el encargado y le explicaré. Tal vez él pueda mandarte algo para que te alivies", fue su comentario consolador.  Ahora se hallaba allí, extendiendo la hoja de la puerta para salir y encaminarse hacia la farmacia que se ubicaba a dos cuadras de su casa.
          Como en muchas ocasiones nocturnas, mientras atendía la crisis de su madre, Roberto escuchó disparos provenientes de las calles del barrio, a veces consistentes casi interminables, otras esporádicas u ocasionales: provenían de los llamados "colectivos", bandas de malandros que luchaban entre sí para predominar en el barrio. En ocasiones los disparos continuaban en la mañana o se producían a cualquier hora del día.  De allí su desconfianza pues la incertidumbre lo embargaba al salir a la calle a esa temprana de la mañana (¿serían las 6 o las 7? No lo sabía pues no usaba reloj. También influía el silencio que envolvía a la calle y que hacía más tétrico su desplazamiento.
         Al llegar a la esquina e intentar el cruce de la calle, se produjo un tiroteo. El se desesperó al cruzar la calle al sentir el silbido de las balas que parecían acercarse a su cuerpo mientras más aprisa andaba. Afortunadamente llegó ileso a la otra acera. Subió rápidamente y buscó una protección inexistente al apretujarse a la pared carrasposa de la edificación y mientras el tiroteo se intensificaba él se deslizaba angustiosamente por la áspera superficie. Pronto tocó el filo de la pared que significaba la esquina y el inicio de la siguiente cuadra. Una bala estalló a escasos centímetros de su cabeza. Se asustó tanto que el pánico estuvo a punto de producirse y originar una reacción incoherente: no sabe como se contuvo y no corrió. Continuó arrastrando su cuerpo sobre la áspera pared, avanzando lentamente hacia la farmacia que se hallaba en la próxima esquina. Sorpresivamente era un deslizamiento que le trasmitía cierta confianza, cierta seguridad mientras avanzaba.
          Fue cuando lo vio. Desesperado como él por los disparos, un chico (no tendría más de 12 años), en la acera opuesta (¿acaso lo vería y trató de llegar adonde él estaba en busca de protección?), decidió correr y se echó a la calle intentando llegar a la otra acera (¿o tal vez buscaba compañía?) pero al llegar al medio de la calle se produjo un cruce de disparos entre las dos bandas de facinerosos que lo detuvo: su cuerpo se bamboleó al ritmo de los impactos recibidos pero él insistió en seguir su camino cuando un nuevo disparo lo detuvo por completo y su cuerpo se desplomó en plena calle, temblando. Después cesó el temblor y su cuerpo quedo quieto (inerte, pensó Roberto) sobre el pavimento.
          Roberto detuvo su deslizamiento completamente angustiado ante la escena. Su primer impulso fue correr y auxiliar al chico. un acto irracional dadas las circunstancias, pero instintivo. Se detuvo a tiempo o realmente lo detuvo el arrecimiento de disparos que entonces se produjo. Roberto contempló con sincero dolor el cuerpo que yacía en el centro de la vía. Luego decidió su camino hacia la farmacia deslizándose sobre las carrasposas paredes de las casas. Momentos después, cuando se hallaba a diez metro de la esquina y de la farmacia, cesaron los disparos. Al llegar encontró la farmacia cerrada pero vio luz en su interior a través de postigo abierto pero enrejado, supuestamente para atender emergencias.
          Al asomarse al postigo, Roberto explicó al farmaceuta o encargado los síntomas de la enfermedad de su madre. Cuando terminó el otro le hizo señal de haber entendido y de que esperara pues el joven le pedía que le vendiera una medicina para la tos de su mamá. Fue cuando el farmaceuta fue bastante claro y preciso con el hijo: el remedio que le entregaba sólo serviría para calmar la tos a su mamá pero, al reponerse, ella debía consultar a un médico. Roberto asintió, pagó y le dio las gracias. Luego, con su rápido andar aunque mirando a todos los lados, regresó a su hogar.
         Al pasar por el sitio donde cayó el chico, no obstante, hizo una pausa al observar la aglomeracón de gente en el medio de la calle  y la llegada de la ambulancia le sugirió que el chico aún estaba vivo. Miró con tristeza e impotencia cuando el chico era introducido a la ambulancia. Roberto pensó que la rapidez de la movilización era innecesaria pues estaba convencido que el chico estaba muerto cuando se desplomó en plena calle. Pero tal vez no fue así... Pero otra solución pareció deslizarse por el dilema: los paramédicos habían recogido el cadáver que luego trasladarían a la morgue... Poco después el veh{iculo salió disparado del lugar. Entretanto, mientras escuchaban el ulular de la ambulancia, sin dejar de comentar, la gente comenzó a disgregarse hasta que la calle sola y callada fue alterada por el ocasional tránsito de uno u otro vehículo...