lunes, 12 de noviembre de 2018

Valencia, Venezuela --II




           En las primeras décadas del siglo XX y en especial después de  1920, había en Valencia un grupo de músicos emigrados de otras regiones del país y del extranjero, tales como Angel Briceño (Villa de Cura), Juanito Osteta (español), Sebastián Echeverría (Caracas).  Estos instrumentistas trabajaron armoniosamente con los músicos nativos de la ciudad. En esa época se formaban en Valencia grupos musicales que tocaban en los cines amenizando las películas mudas que allí se exhibían.  En el Cine Mundial tocaba el grupo de Rafael Romero, padre de Aldemaro Romero, el cual estaba formado por músicos conocidos como el profesor Araujo, pianista (oriundo de Maracaibo), Sebastián Echeverría y Francisco Caballero, este último actuaría después en la Orquesta  Sinfónica Venezuela. adicionalmente, en Valencia existía la Orquesta Alegría, donde actuaba el cornetista Víctor M. Marín, autor del merengue "Cocoita", el cual constituye junto con "El Chivo" (de Balbino García) y "La Guitarra de Miguel" "la trilogía carabobeña por excelencia del más festivo y regocijante estilo de música de baile de nuestro país" (Aldemaro Romero). Esta Orquesta Alegría no tenía muchos arreglos pero figuraban en ella compositores de la talla de Carlos J. Maitín, oruindo de Puerto Cabello y autor del bolero "No volveré a  encontrarte", que grabara años después la Orquesta de Luis Alfonzo Larrain. (Tmbién era muy conocida la Estudiantina Alegría --que no tenía relación con la orquesta del mismo  nombre--, dirigida por Rafael Romero e integrada sólo por mujeres). Luego se intentó organizar otros grupos musicales en la ciudad y apareció la "Orquesta Swing Melody" dirigida por un músico llamado Gomecito, la cual imitaba la Orquesta de Rafael Muñoz e interpretaba los arreglos que llegaban de Cuba y Puerto Rico. También se fundó la Orquesta Bellamar, dirigida por Luis Moros, saxofonista. Estos grupos eran complementados por los músicos "vente tú" para amenizar las fiestas de la ciudad.
          En las fiestas de la clase alta se tocaban con alguna frecuencia las cuadrillas, polkas y otros aires musicales europeos pero en ellas predominaba el vals venezolano o vals criollo. Como una modalidad adicional, todavía se escenificaban las llamadas veladas artísticas.  Estas veladas --siguiendo una costumbre que se remontaba a la Colonia-- se realizaban en distintos hogares valencianos y tenía la particularidad de ser la más importante manifestación cultural de la ciudad. Se presentaban recitales y pequeñas obras de teatro y estudiantinas; los compositores e intérpretes mostraban sus obras de canto y música de cámara en las grandes casas solariegas o mansiones, cuyas ventanas se abrían a la calle para que el resto del vecindario disfrutara del espectáculo. El entonces llamado "público de galería" chillaba y aclamaba a los artistas (Alecia Castillo H., "Cantos y   Cuentos de  Valencia", Univ. de Carabobo, Valencia, 1990). De las veladas que gozaron de notoriedad, destacaron las realizadas en la residencia de la Sra. María de Berisbeitia, donde se congregaba el linaje de la ciudad y los mejores artistas y compositores de la época.
          La música caribeña se oía con alguna frecuencia en la década de los años veinte del siglo XX. Canciones como "María de la O", "Siboney", "Para Vigo me voy", del cubano Ernesto Lecuona y "Lamento Borinqueño", del puertorriqueño Rafael Hernández, eran muy conocidas. Por cierto hay una anécdota que narraba el mismo maestro Aldemaro Romero que conectaba su nacimiento con la nota pintoresca de la ciudad de entonces, de acompañar en los cines con música en vivo las pelícculas mudas. A la sazón, su padre Rafael Romero, dirigía al grupo musical del Cine Mundial de Valencia cuando él nació el 12 de marzo de 1928. "Mi mamá me contó que  en esos días estaba de moda "Lamento Borinqueño", y ese día tuvo que salir del cine con dolores de parto y dejar para otra oportunidad la película rusa "Los boteros del Volga" que estaba viendo. Al día siguiente, los músicos fueron a su casa a celebrar el nacimiento y le tocaron, como era lógico, "Lamento Borinqueño", que era precisamente la pieza que ellos estaban tocando cuando fueron a avisarle a mi padre que yo había nacido".

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Los comentarios son bienvenidos...