lunes, 11 de agosto de 2014




                        El artista y su pais de origen


            Escribir sobre el arte y los artistas siempre me ha fascinado, tal vez porque interiormente he deseado ser artista o porque me impresionan las manifestaciones artísticas que oigo, leo o miro.  En todo caso, es algo que me atrae constantemente.
            Artistas como Armando Reverón, con su soledad a cuestas, es ampliamente representativo de los creadores que nacen en un lugar y a través de su obra se convierten en símbolos de su país.  Por lo general, en Latinoamérica, independientemente del lugar donde se nace, en especial los pintores, se trasladan a centros de formación mundial --por lo general,  París o New York-- para formarse o empaparse de los avances existentes en su profesión pero regresan casi siempre a su país de origen para desarrollar su obra.  Reverón fue un digno expositor de esta tendencia.  Como lo hiciera Arturo Michelena y otros tantos pintores venezolanos, Reverón pasó un tiempo en París para completar su formación, luego regresó a Venezuela y se consagró a su pintura y no volvió a salir de su país.  Se han escrito libros e innumerables ensayos así como videos y películas sobre la obra y la personalidad de Armando Reverón.  Comenzó en el arte figurativo pero su pintura  fue progresivamente decantándose y pasando por diversos períodos hasta llegar al que algunos llaman "período blanco" por su permanente búsqueda en sus cuadros del predominio de la luz y su manifestación en el paisaje del litoral vargense /cerca de Caracas).  Tal vez esa búsqueda lo llevó a la locura en la que terminó sus días,  pero en el interin produjo una serie de cuadros que lo han consagrado en la historia pictórica de su país.
            Contrario a Reverón, Arturo Michelena, quien también hizo el viaje  formativo a París, no tuvo tiempo de expresar el potencial de su creatividad pues murió muy joven, creo que a los 35 años.  No obstante, Michelena hizo cuadros memorables entre los que destaca Miranda en la Carraca, tal vez su cuadro más  famoso o por lo menos el más conocido.  Sobresalen otras pinturas como El niño emfermo, Teresa Corday, pintadas en Paris.  También  La Lidia, La esposa del pintor y muchas otras obras que pudieron  salir a la luz antes de su lamentable y temprana desaparición.
            En el ámbito de las letras, fuera de Rómulo Gallegos, el escritor venezolano más internacionalizado, tenemos a Andrés Eloy Blanco, como buen representante de esta tendencia de artistas que amaron a su paìs, aunque este poeta salió de Venezuela por primera vez no a formarse, pues ya lo estaba, sino a  recibir el premio a la mejor composición poética en homenaje a la celebración de los Juegos Florales de Santander, Cantabria (España) en 1923.  El premio fue otorgado  por la   Real Academia   Española.    Regresó a Venezuela  cargado de honores y fama y se consagró a la poesía y a la política. Fue célebre su actuación en el Congreso Nacional en el período 1945-1948.  Lamentablemente su dedicación a la política tuvo como consecuencia el ostracismo cuando se produjo el golpe de estado que derrocó al presidente Rómulo Gallegos.  Murió en la ciudad de México como consecuencia del arrollamiento de un vehículo automotor.
            Andrés Eloy Blanco escribió muchos libros de poesía que fueron ampliamente divulgados en Latinamérica. Será recordado también por poemas que describieron situaciones o personajes particulares de la historia de Venezuela.  El poema El Limonero del Señor, escrito en ocasión de la peste española que azotó al país en 1918, donde describiera como una procesión del Nazareno de San Pablo de la semana santa de ese año, rozara las ramas de un limonero y la gente vio esto como un anuncio, un acto milagro y se dedicó a tomar limonadas o agua hervida con hojas de ese limonero para lograr la recuperación y la derrota de la peste.  La loca Luz Caraballo, es otro de sus poemas ampliamente conocido por el hombre común de mi país, donde narra la histora de una mujer loca  que deambula por los páramos andinos, entre otras cosas, en busca de la hija que le quitaron.  Este tipo de poesía tradicionalista y relatora, tal vez  expresión de una corriente poética de su época, fue finalmente superada por Andrés Eloy Blanco, en el ocaso de su vida, por una poesía original, vanguadista.  Poemas como A un año de tu luz, escrito después de la muerte de su madre, a cuyo sepelio él no pudo asistir por estar  asilado en México y especialmente por Giraluna, un libro de poemas que escribiera poco antes de su muerte, que dedicara a sus hijos.
            Pero hay artistas que nacen en un lugar y se radican en otro y olvidan por completo, por diversas razones, el país que les dio origen.  Vienen a mi mente dos, uno venezolano y otro estadounidense: Reynaldo Hahn y James McNeill Whistler.
            El primero, Reynaldo Hahn, nació en Caracas e l 9 de agosto de 1874 y murió en París el 28 de enero de 1947. Antes de los 10 años fue llevado a París, donde se residenció, se formó como artista y no regresó jamás a Venezuela.  Para él su país fue Francia y adquirió la nacionalidad francesa.  Allí se desarrolló como músico y fue también crítico, diarista, director de teatro y compositor. Es famoso por sus canciones publicadas como "Las Canciones de Reynaldo Hahn".  Figuró en la estructura cultural de ese país y en especial de París, pero, que yo sepa, nunca se preocupó por Venezuela ni regresó al país.  No obstante, algunos intelectuales venezolanos  han venerado y destacado su figura artística en escritos y entrevistas hechos particularmente en Caracas..  Soy de los que piensan que si un artista que vive o vivió fuera de Venezuela y nunca se preocupó por el país se le debe pagar con la misma moneda y no realizando una veneración que al fin de cuentas a nada conduce.
            James McNeill Whistler fue un pintor norteamericano nacido en Lowell, Mass., en 1834.  A los 21 años manifestó su creencia de que un aartista no triunfaría en un país tan atrasado culturalamente como U.S.A.  Se embarcó para Europa y nunca más regresó.   Desarrolló su vida personal y artística entre Londres y París.  Tuvo una relación caótica con las mujeres a las que utilizaba como modelos o para su satisfación erótica, al extremo que tuvo varios hijos (un varón con una criada y dos hembras con otra mujer. presumiblemente modelo, las cuales envió a un orfanato).  El varón se lo crió bondadosamente (pues no fue suyo) la modelo Jo Hiffernan, con quien convivió y  quien  posó para la pintura Symphony in White, No. 1, the White Girl,(1862), uno de los cuadros famosos de Whistler.  Dos años después aparecería en Londres la madre de este pintor.  El desalojaría a la Hiffernan de su vivienda para recibir a la madre.  Allí, en su casa de Lindsey Row, en Chelsea, cerca del Támesis, pintaría su formidable retrato de su madre, pintura famosa que fuera adquirida por el Louvre, mientras Whistler vivía, y se encuentra en el Museo d´Orsay de París.  Whistler fue un narcisista empedernido pero fue considerado como una de las destacadas figuras del arte en el siglo XIX.  No creía en el arte figurativo, en especial después de la aparición de la fotografía.  Concibió una serie de "Nocturnos", escenas lunáticas con bellos efectos nebulosos, figuras apagadas o desfiguradas que reemplazaban el detalle del arte victoriano.  Estos cuadros lo establecieron como el maestro de la divagación antes de que aparecieran Monet y los impresionistas franceses.  Sin embargo, Whistler es más  recordado por su famoso cuadro sobre su madre al que denominó Arreglo en gris y negro No. 1,  como se le conoce por su nombre oficial.
            Pero también existen otros artistas que, por las exigencias de su profesión, estuvieron constantemente visitando otros países aunque, por lo general, nunca olvidaron el país donde nacieron, lo visitaron con frecuencia o dejaron un claro testimonio del amor que le profesaban.  Artistas como Teresa Carreño, Frederic Chopin y Frank Liszt son ejemplos de esta categoría.
            Teresa Carreño, un genio musical, tocó un recital pianistico para el presidente Abraham Lincoln a su arribo a los Estados Unidos.  Pronto se destacó como una extraordinaria pianista que viajó y presentó su arte en las principales  ciudades del mundo de su época.  Pero nunca olvidó a su país.  Lo visitó por lo menos en dos ocasiones.  En una de ellas presentó con su esposo una corta temporada de óperas en el Teatro Municipal de Caracas (denominado entonces como "Guzmán Blanco"), así como recitales para la sociedad caraqueña que, sin embargo, no la trató como ella se lo merecía.  La Carreño no tuvo suerte con sus matrimonios, tuvo varios hijos, compuso obras dedicadas a su hija Teresita y al Libertador.  Fue una incansable viajera.  En 1917, residenciada en New York, se trasladó a La Habana para dar un concierto.   Lo hizo pero se sintió tan mal que decidió retornar precipitadamente a New York donde murió ese mismo año.
            Tanto el amor de Frederic Chopin por su país, Polonia, como su música, fue monumental  Tuvo que huir de Varsovia pues un golpe de estado se había apoderado  del gobierno de su país y amenazaba su vida.  Pensaba visitar a París, el centro mundial de la cultura del siglo XIX, y este hecho precipitó su viaje.  En París se dedicó a la composición y a dar conciertos para sostenerse.  Sus famosos nocturnos  y toda la música que compuso para piano lo hicieron inmediatamente famoso.  Conoció  y  convivió  con  Georges Sand, famosa escritora de la época que se hizo distinguir al vestirse como hombre tal vez para figurar más rápidamente en la sociedad de entonces.  Con ella hizo un viaje a Palma de Mallorca buscando aliviarse  de  la tuberculosis que lo afectaba pero no logró mejora alguna. Regresó a París y comenzó la etapa final de la  enfermedad que acabaría con su vida.  La música de Chopin por su originalidad se conoció rápidamente en todo el mundo.  En París Chopin añoraba a su terruño pero lamentablemente nunca pudo regresar en vida.  Su corazón, sin embargo, regresó a Varsovia para cumplir el deseo del músico que murió tuberculoso en París.
            Otro músico famoso del siglo XIX fue Frank Liszt, compositor húngaro que también se estableció en Paris donde compuso Mefisto, dos conciertos para piano y orquesta, algunas sinfonías, las rapsodias húngaras  y variada música para piano, destacó también por los innumerables  estudios pianísticos que escribió sobre la complejidad del piano.  Siempre estuvo pendiente de su país al que le compuso las famosas rapsodias húngaras. Utilizó a París como centro de operaciones  para sus frecuentes viajes a otras ciudades importantes de Europa.  Liszt es uno de los pocos compositores longevos del siglo XIX.  Su única hija casó con Richard Wagner de quien Liszt produjo versiones para piano de algunas de sus obras operísticas.  Murió en 1875.
            Otro  pianista que destacó por sus viajes al exterior y su fama como compositor fue Isaac Albéniz, español nacido en Gerona en 1860.  Albéniz viajó y compuso en el país durante un tiempo.  Lamentablemente fue algo desordenado en el cuido de sus obras pues algunas de las compuestas en este período han desaparecido.  En la siguiente etapa viajó a Cuba y a otros países de Europa y se estableció en París donde finalmente terminó de componer la llamada Sinfonía Española de la cual forma parte Iberia, un conjunto de obras pianísticas sobre los bailes y canciones de destacadas regiones y ciudades de España, composiciones extraordinarias y hermosas cuya creación bastó para consagrar a este compositor, tal vez el mejor que ha producido España.  Deseaba Albéniz orquestar a Iberia, es decir, hacer de ella una suite sinfónica pero no le gustó su primera versión para orquesta.  Consideró que debía estudiar más y mejor la estructura de la orquesta o entregarla a un músico español que hiciera la adaptación correspondiente.  En esto estaba cuando falleció en París de un ataque al corazón en 1910.
           









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