sábado, 29 de diciembre de 2018

B U R B U J A S




          Si usted está tentado de acusar a otros que viven en el limbo o en una burbuja, cosa que por lo general refleja algo que casi siempre se cree, es mejor que se informe antes de opinar. Tal vez le caiga de perlas un artículo sobre este tipo de "burbuja" que apareció en el The New York Times Magazine (diciembre 16, 2018) sobre este tema. Al principio me atrajo el escrito porque me aportaba datos sobre el tulipán holandés que desconocía. En 1637 esta flor llegó a valer más que una casa. Sin embargo, la historiadora A. Golgaz, en su libro publicado el año 2000, puntualizó que pese a que en esos años el tulipán se vendió a precios inesperados, ella no encontró evidencia alguna de que alguien se arruinara por su causa. ¿A quién creerle?
          No obstante, la historia del tulipán en nuestros días es considerada como un perfecto caso de "burbuja" pues la gente lo usa para expresar su incredulidad sobre los precios inflados de los artículos. En diciembre de 2012, un comentarista de televisión llamó al inesperado aumento del Bitcoin una clásica burbuja que comparada con la "manía del tulipán ha ido más allá de lo absurdo".  Así mismo, el  economista italiano Massimo Ameto dijo que la criptomoneda era como un "virtual tulipán". La persistencia en estas comparaciones probablemente tiene que ver con el hecho de que la manía del tulipán se ha convertido en una fábula.
          La burbuja financiera es casi siempre más difícil de reconocer de lo que se cree.  Los economistas han estado por décadas debatiendo lo que ellas (las burbujas) son y como un observador puede precisarla entre muchas sin preocuparse por un claro consenso sobre su acción.  El nobel Robert J, Shiller, en su libro "Irracional Exuberancia", las considera como simples entes, en tanto que el nobel Eugenio Fanna tiene dudas sobre el mismo concepto de "burbuja" porque cree que es imposible de predecir, hablando matemáticamente, que usted se encuentra en una cuando lo está.
          Potencialmente usted puede atribuir un tipo diferente de burbuja al valor variado del Bitcoin debido al enclave ideológico de la criptomoneda. En el pasado el Bitcoin ha sido declarado irrecuperable, pero luego de catastróficas caidas, esta criptomoneda logró recuperarse. En Forbes, Jason Bloomberg dijo: "la mayor parte del ruido acerca de la cadena de bloques se convierte en lo que se ha llamado una masiva "cámara de eco". Nos gusta imaginarnos viendo a través de una cámara de eco. Hay ciertos intelectuales que, al manejar entre ellos la información, imaginan que todo el mundo trabaja igual que ellos.
          Parece que tenemos menos fe en la habilidad de cada cual para hacer lo mismo. Si observamos la reciente versión de que los liberales viven en "una burbuja de la costa", llena de élites, que entienden más acerca del aguacate que sobre las crisis de las ciudades populosas. O de la creencia de que los americanos rurales tienen alarmantemente menos exposición real a sistemas de vida escasamente diferentes de la suya.  En un artículo de septiembre en el Washinton Mensual, Nancy LeTourneau advirtió sobre una "burbuja informativa" que fue, de acuerdo a una encuesta, donde el 57% del soporte de Trump dudaban que los demócratas tuvieran chance de apoderarse de la House (en el congreso de U.S.A.) en las elecciones de medio-término. Recordemos que el escritor liberal Julián Sánchez, en un blogged de 2010, advirtió que el movimiento  se fue "dirigiendo hacia un hepistémico final" que difiere de lo que el liberal activista en su libro de 2011 mantenía que la "burbuja  filtro" nos estaban presentándose adulando nuestras existentes preferencias".
          Si estás tratando de averiguar por qué tus oponentes para tí parecen indudablemente locos, he aquí una explicación que se presenta constántemente: ellos están atrapados en una burbuja y no pueden reconocer alguna información que no encaje en sus convicciones --acerca de la vida, su país, la política, el valor de la moneda, el relativo valor de las cosas y de los tulipanes o de cualquier otra cosa. Pero esto parece menos claro de lo que parece. La noción de Pariser sobre "la burbuja filtro" sugiere que hemos sido divididos por fallas en la infraestructura de Internet --en cosas como algoritmos personalizados que nos ofrece precisamente la información que estamos inclinados a preferir, significando que podemos resolver el problema a través de una mejor ingeniería. Reciente información, no obstante, sugiere que esto puede no ser donde descansa el problema; la estadista Seth Flaxman, que escribe con otros investigadores en Public Opinion Quarterly, ha encontrado que la influencia del algoritmo de búsqueda sobre bias alimenticias individuales pueden no ser tan fuertes como parecen y pese a que se aceptan en los medios sociales son políticamente polarizados pero son los menos usados en dichos medios sociales.
          Es obvio que los americanos vivan en burbujas sociales pues viven y hablan en círculos divididos en economía, raza, ideología, geografía, etc. etc.  El problema aparece tan pronto tratas de diferenciar aquellos que forman burbujas reales, que es como decir en esferas de ceguera o irracionalidad, de aquellos que pueden ser llamados "culturas" o "comunidades", grupos de gente que comparten experiencias y convicciones. Este tipo de grupos tienen ciertamente desventajas pues nuestras preconcepciones grupales que nos limitan. Pero usar la palabra"burbuja" como una base peyorativa, es enfocar en la ignorancia inherente en una dada visión mundial en lugar de las interioridades; esto es examinar oponentes ideológicos y concluir que la única razón de que ellos possiblemente creen en lo que hacen porque no han considerado alternativas.
          Es agradable imaginar que podemos ampliar el entendimiento de alguien ilustrando sus puntos de ceguera. El problema es que nuestra ayuda correctiva resulte ser totalmente errada. Una buena diagnosis de burbujas conservativas similares a las de Le Tourneau --"cuando cada uno de los que conozcas sea  un republicano", escribe ella, "tú no puedes imaginar quien no lo sea"- puedes encontrar resultados en la investigación; por ejemplo, una que indique que los conversadores resulten mejor modelando creencias liberales que otras diferentes. La dificultad de obtener esto puede explicar que la vindicación de la mayoría de la gente claramente crea que la burbuja ideológica de alguien ha sido afectada.  Menos de dos días de la victoria electoral del presidente Trump, el Post de New York publicó la columna de Micheal Goodwin que fue positivamente triunfante sobre ella. "El concenso de certeza de la media y de los círculos políticos", escribió, "acerca de la aparición del votante de Trump confirma que la clase dirigente era favorita en sus burbujas pero aislada de los iintereses de otros americanos". Al no estar entre los habitantes de una burbuja este anuncio agradece la lógica decepción de que no estamos entre los pocos de la derecha que mide con seguridad el valor y percibe la realidad, que ve con mucho más claridad que las ovejas que la media creencia de los adoradores de tulipanes que están a nuestro alrededor.
          Lo que podría ser de mayor ayuda cuando hablamos de los cosecheros de una burbuja es pensar en nosotros mismos y no en otros; estar viglante ante la posibilidad de que el mayor significado de una burbuja sea aquel que no estamos enterados ante de aquel que deseamos ubicar. Ellos (los que están en la burbuja) son, después de todo, increiblemente agradables y convincentes cuando se hallan en su interior.  El valor en que ellos creen no es una ilusión. Hay mucho que ganar cuando se está en harmonía con lo que te rodean y mucho más cuando poseemos algo por  lo que la gente paga absurdos precios para obtenerlos. Puede ser desolado, quizás, el pensar que varios signos pueden no ser fácil de identificar pero conociéndolos ofrecen un tipo de paz -- la paz de dedicar menos tiempo gestionando pues la gente muestra mucha seguera.  Si estás dudoso de tu propia habilidad de ver todo con claridad, estarás más sorprendido de ver que las acciones de otros se niegan a explotar en sus caras, o quizás, cuando escuchas en tu propio mundo una inesperada detonación.

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