L A
D O L
I D A
P A T
R I A
Q U E
E S V
E N E
Z U E L A
Uno siempre tiene que recordar que tiene patria. Si desde chico le enseñaron a amar a una
tierra –la que vio y se acostumbró a ver desde que abrió los ojos en este
mundo— ya como adulto no puede dejar de quererla, no importa lo lejos o cerca
que de ella se encuentre. El amor por la
patria es el amor por lo que siempre nos ha rodeado, lo que constituye el
ambiente regular que, al ser familiar, forma parte esencial de uno mismo. Esa es la patria. Y todo lo que es digno de ella es también
parte de nuestro orgullo y así, todo lo que la molesta, lo que la irrita, forma
parte de nuestro pesar. Por eso, porque la patria nos duele.
Todo
este introito es motivado al pesar que hoy sentimos por lo que sucede en
nuestra patria, Venezuela. Es increíble cómo
han sucedido los hechos, como se han acumulado los acontecimientos negativos
del país después de las elecciones presidenciales de 1998. Es inconcebible como un país que por primera
vez cumplía cuarenta años de convivencia democrática –con todo lo que ello
significa por el grato símbolo que representa la convivencia de los miembros de
una comunidad o de un país al expresar libremente su pensamiento sin ninguna
cortapisa o sin ninguna consecuencia—atraviese un proceso, luego de una
elección libre de sus gobernantes, donde poco a poco comiencen a aparecer
indicios negativos del comportamiento democrático –indicios que se dejan pasar
pensando que luego se corregirán pero eso no sucede sino lo contrario, que la
gente se va acostumbrando a que aparezcan y, lo que es peor, a que se sigan
acumulando. Ello, además, es
consecuencia de la acción carismática de un líder, que llegó al gobierno mediante
elecciones populares y que abusando de eso, sigue actuando negativamente,
generando crisis políticas en el país y olvidándose de lo que prometió, de
hacer cumplir las leyes, mantener el régimen y la tradición democráticas, etc.,
pero, al contrario, abusando de su posición, comienza a utilizar todo tipo de
marranadas para imponer su pensamiento autoritario y realizar acciones ilegales
(disfrazadas de actos legales) como una manera de que el país se haga lo que
dice o de que se cumpla por la fuerza de las armas… A este mal manejo del país (o tal vez como
una lógica consecuencia) se agregó el florecimiento de la corrupción. Sí todo
esto sucede y el pueblo no reacciona o la mayoría de ese pueblo permite que
ello suceda, esperando que el gobernante se corrija o, en caso contrario, en
las próximas elecciones generales impondrá las sanciones pertinentes. Pero hete aquí que llegadas dichas elecciones
el partido del gobernante, utiliza todo tipo de actos, evidentemente ilegales,
e impone nuevamente al gobernante malévolo, motivando así una crisis permanente
en el país… Si todas estas cosas suceden y la nación no reacciona y va de
crisis en crisis es evidente que el basamento democrático de que hacía alarde
de tener, no era muy fuerte o que al elegirse al actuar gobernante había
superado varias crisis políticas y la elección presidencial pretendía con el
nuevo presidente, comenzar un nuevo período democrático para subsanar esa -situación
–y eso fue lo que en realidad sucedió--, solo que desafortunadamente, como dice
el refrán, el “tiro le salió por la culata” al suceder todo lo contrario…
¿Qué
hacer, entonces? A todas estas, el país
se percató que la tal crisis política había generado también una crisis
económica y la bonanza del país ya no era tal y todos los beneficios que se
habían logrado en décadas anteriores se estaban evaporando. Además, la nación, que había sido admirada
por su estabilidad social y económica por las otras naciones del continente, al
extremo de que las crisis económica-políticas que algunos de dichos países
tuvieron en esos años encontraron en Venezuela un humano soporte al recibir con
hidalguía y comprensión una gran cantidad de emigrantes que llegaban a sus
costas y les suministró cobijo durante muchos años, se hallaba ahora en una
situación parecida y sino que, al contrario, recrudecía, empezaban a emigrar a
otras naciones que les ofrecieran mayor y mejor seguridad para el desarrollo de
sus actividades normales. Si a esto se
agregaba que el gobierno de otro país del continente, entonces en crisis
política de manera permanente, se había infiltrado en el gobierno de nuestro
país y lo influía considerablemente al extremo de obtener subrepticiamente el
apoyo económico que tanto necesitaba para subsistir e influyendo también
ocultamente el manejo de la política del país, complicando no sólo la situación
actual sino también el futuro de la nación.
Entre
tanto, se ha incrementado la emigración de venezolanos hacia otros países del
continente; la economía de la nación se halla en ruinas con deudas por todas
partes, el país sufriendo pues casi nada se produce en la nación pues casi todo viene de fuera de sus
fronteras, la moneda nacional se encuentra con su valor por el suelo, sus
habitantes emigrando mientras les sea posible (en un solo día salieron por Cúcuta, la ciudad principal de la frontera de Colombia con Venezuela, aproximadamente 30, 000 habitantes, Increible No! ...
y el país en general, cuyas principales ciudades del pais se
levantaron en rebeldía en una permanente guerrilla
urbana contra las autoridades del gobierno…
¿Será
esto posible? ¿Qué nos espera? ¿Es esto lo que nos queda de patria?
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Los comentarios son bienvenidos...