LA INSPIRACIÓN, OTRA VEZ LA INSPIRACIÓN
Algunas
personas me han manifestado que hable sobre la inspiración como fuente de
escritores y compositores. Yo los
remito a un trabajo que publiqué meses atrás sobre este tema. Trataré de resumir este tema en lo posible y
de agregar otras ideas que ayuden a
comprender mis ideas al respecto.
La
aparición de la inspiración en escritores y compositores puede ser denegada o
apreciada por unos y otros. Los que la
niegan argumentan que no hay tal inspiración sino que la obra es consecuencia
del trabajo arduo y tenaz de todos los días, de la persistencia en el
desarrollo de una idea hasta culminarla a la entera satisfacción del
autor. Por su parte, los que si creen
en la inspiración por lo general comentan
la aparición de un paisaje, una ciudad,
una mujer, un hecho histórico, etc. o de algo que acaba de suceder como fuente
de donde emana la creación literaria o la composición lírica.
Otros
sostienen que si es cierto que han tenido raptos inspirativos estos son como
las piedras preciosas o diamantes que se extraen de la naturaleza que necesitan
de mucha limpieza y pulitura para lograr un producto acabado, una pieza
comercial. Por eso la idea inspiradora
es objeto de trabajo inmediato y persistente, cuya duración va a depender de
la magnitud de dicha idea o de la
proyección que la misma tenga en los intereses e intenciones de quien la
origina.
La
mayoría de los escritores creen, sin embargo, en el trabajo tesonero. La inspiración la circunscriben al nacimiento
de una idea motivada por su inquietud personal o por un suceso histórico, las
fuentes para algunos más comunes. Puede producirse
más o menos el siguiente proceso: la idea comienza a germinar en la mente del
escritor dando paso a una de dos inquietudes (o las dos en acciones
paralelas): el autor utiliza para su desarrollo la experiencia acumulada
que tenga sobre el tema o procede a investigar o documentarse sobre el
mismo. Entonces se le ocurre y escribe los primeros textos, los
cuales casi siempre no son los definitivos.
Algunos escritores, al transcribirlos al papel, no siguen un patrón
determinado de escritura y lo hacen de manera desordenada en relación a los
diversos aspectos del tema que se han de desarrollar o, en el tiempo, al escribir a cualquier hora del día. En otras palabras, actúa al llegar la
inspiración o al asomarse el deseo de redactar sobre uno o varios aspectos del
tema en cuestión. Otros escritores son
más metódicos al ordenar desde un
principio materiales informativos
y sobre se sientan a trabajar sobre el tema a determinadas horas del día,
dejando el resto del tiempo para descansar,
realizar otras actividades o continuar en su investigación. En este sentido, un buen número de escritores
utilizan las horas matutinas para la redacción de textos. Unos escritores comienzan a trabajar a las seis de la mañana o cuando se
despiertan pues saben que ya no volverán
a conciliar el sueño. Otros lo hacen,
después del desayuno, en el resto del día. Por último, algunos redactan en
cualquier momento del día o de la noche sin seguir un patrón determinado. Yo me incluyo dentro de este último
grupo. El escritor Juan José Pallás
confiesa que dedica las horas de seis a nueve de la mañana a la redacción de
temas que le son muy queridos, muy personales, entre ellos, por supuesto, sus
novelas. Mario Vargas Llosa también es
un escritor que elabora sus trabajos creativos durante las horas matutinas.
Algo similar parece que acontece en
el campo de la composición que su obra
era la resultante del trabajo tesonero de todos los días sobre un tema que él
previamente escogiera o la historia o la naturaleza le proporcionaba. Al contrario, Aldemaro Romero creía en la
inspiración como fuente de creación de sus obras. También sostenía que había temas históricos
que por su importancia en el tiempo o su
país (por ejemplo la figura de Simón Bolívar que lo motivara a crear obras
importantes) lo inspiraron. En cuanto al
momento del día en que transcribiera al pentagrama el resultado de la creación,
también Aldemaro Romero confesaba que en
su mente fluían constantemente ideas musicales y era tal el flujo de las mismas
que lo despertaban en la madrugada y él se veía precisado a anotarlas en un
cuaderno musical que tuvo que tener a mano en su mesa de noche para luego regresa
al sueño reparador. Adicionalmente, la
existencia de una determinada mujer (tuvo muchos amoríos), de un acontecimiento
histórico (Bolívar, los 400 años de Caracas, etc.), entre otros, lo inspiraron
a coordinar dichas ideas musicales en el desarrollo y culminación de una determinada
obra musical.
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