martes, 3 de febrero de 2015

LA INSPIRACIÓN, OTRA VEZ LA INSPIRACIÓN


                        LA  INSPIRACIÓN, OTRA VEZ LA INSPIRACIÓN
                     Algunas personas me han manifestado que hable sobre la inspiración como fuente de escritores y compositores.   Yo los remito a un trabajo que publiqué meses atrás sobre este tema.  Trataré de resumir este tema en lo posible y de agregar otras ideas que ayuden  a comprender mis ideas al respecto.
                     La aparición de la inspiración en escritores y compositores puede ser denegada o apreciada por unos y otros.  Los que la niegan argumentan que no hay tal inspiración sino que la obra es consecuencia del trabajo arduo y tenaz de todos los días, de la persistencia en el desarrollo de una idea hasta culminarla a la entera satisfacción del autor.   Por su parte, los que si creen en la inspiración por lo  general comentan la aparición de un  paisaje, una ciudad, una mujer, un hecho histórico, etc. o de algo que acaba de suceder como fuente de donde emana la creación literaria o la composición lírica.
                     Otros sostienen que si es cierto que han tenido raptos inspirativos estos son como las piedras preciosas o diamantes que se extraen de la naturaleza que necesitan de mucha limpieza y pulitura para lograr un producto acabado, una pieza comercial.  Por eso la idea inspiradora es objeto de trabajo inmediato y persistente, cuya duración va a depender de la  magnitud de dicha idea o de la proyección que la misma tenga en los intereses e intenciones de quien la origina.

                     La mayoría de los escritores creen, sin embargo, en  el trabajo tesonero.  La inspiración la circunscriben al nacimiento de una idea motivada por su inquietud personal o por un suceso histórico, las fuentes para algunos más comunes.  Puede producirse más o menos el siguiente proceso: la idea comienza a germinar en la mente del escritor dando paso a una de dos inquietudes (o las dos  en acciones  paralelas): el autor utiliza para su desarrollo la experiencia acumulada que tenga sobre el tema o procede a investigar o documentarse sobre el mismo.  Entonces se  le ocurre y escribe los primeros textos, los cuales casi siempre no son los definitivos.  Algunos escritores, al transcribirlos al papel, no siguen un patrón determinado de escritura y lo hacen de manera desordenada en relación a los diversos aspectos del tema que se han de desarrollar o, en el tiempo, al  escribir a cualquier hora del día.  En otras palabras, actúa al llegar la inspiración o al asomarse el deseo de redactar sobre uno o varios aspectos del tema en cuestión.  Otros escritores son más metódicos al ordenar desde un  principio  materiales informativos y sobre se sientan a trabajar sobre el tema a determinadas horas del día, dejando el resto del tiempo para descansar,  realizar otras actividades o continuar en su investigación.  En este sentido, un buen número de escritores utilizan las horas matutinas para la redacción de textos.   Unos escritores comienzan a  trabajar a las seis de la mañana o cuando se despiertan  pues saben que ya no volverán a conciliar el sueño.  Otros lo hacen, después del desayuno, en el resto del día. Por último, algunos redactan en cualquier momento del día o de la noche sin seguir un patrón determinado.  Yo me incluyo dentro de este último grupo.  El escritor Juan José Pallás confiesa que dedica las horas de seis a nueve de la mañana a la redacción de temas que le son muy queridos, muy personales, entre ellos, por supuesto, sus novelas.  Mario Vargas Llosa también es un escritor que elabora sus trabajos creativos durante las horas matutinas.
                Algo similar parece que acontece en el campo de la  composición que su obra era la resultante del trabajo tesonero de todos los días sobre un tema que él previamente escogiera o la historia o la naturaleza le proporcionaba.  Al contrario, Aldemaro Romero creía en la inspiración como fuente de creación de sus obras.  También sostenía que había temas históricos que por su  importancia en el tiempo o su país (por ejemplo la figura de Simón Bolívar que lo motivara a crear obras importantes) lo inspiraron.  En cuanto al momento del día en que transcribiera al pentagrama el resultado de la creación, también  Aldemaro Romero confesaba que en su mente fluían constantemente ideas musicales y era tal el flujo de las mismas que lo despertaban en la madrugada y él se veía precisado a anotarlas en un cuaderno musical que tuvo que tener a mano en su mesa de noche para luego regresa al sueño reparador.   Adicionalmente, la existencia de una determinada mujer (tuvo muchos amoríos), de un acontecimiento histórico (Bolívar, los 400 años de Caracas, etc.), entre otros, lo inspiraron a coordinar dichas ideas musicales en el desarrollo y culminación de una determinada obra musical.



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