RECORDANDO
A ALDEMARO ROMERO
Yo recuerdo a este músico cuando me siento nostálgico por la
música venezolana. El maestro Aldemaro
Romero era un compositor muy prolífico y constantemente estaba pensando en la
música, de día, de noche, en sueños… la música siempre estaba con él y era tan obsesionante que por
lo general, durante las noches se despertaba pensando en temas musicales, las
notas vibraban en su mente con tal frenesí que lo despertaba. Esto sucedía con tanta frecuencia que el
maestro decidió tener en la mesita de noche de su cuarto un cuaderno de notas y
cuando se despertaba de inmediato procedía anotar la melodía que prácticamente
“lo asaltaba” en el sueño. Esto lo hacía
simplemente porque después dicha
melodía desaparecía de su mente y no
volvía a presentarse de nuevo, Por eso,
en los primeros días cuando se percató de este fenómeno se decía que en la
mañana, cuando comenzara su actividad de trabajo, lo recordaría y luego
procedería a anotarlo en su cuaderno de notas.
Pero al no recordar nada, decidió lo del cuaderno de notas sobre su
mesita de noche. Muchas de estas notas
que escribía de madrugada aparecerían luego combinadas dentro de las
composiciones en que su prolífica mente se hallaba trabajando.
En más una
ocasión conversé con el maestro sobre este fenómeno pero él nunca tuvo a la
mano una explicación sobre el mismo.
Pensé que ello podría formar parte de las costumbres o caprichos que
asediaban a los grandes compositores. En
una ocasión que tratamos el asunto me comunicó que uno de los grandes genios de
la música (no supo precisar quien en particular) tenía la costumbre de componer
en su balcón protegido por la sombra o la presencia de un inmenso manzano, bajo
cuyo influjo, según él, había concebido sus mejores obras. De acuerdo a esta referencia, dicho compositor
se hallaba en el medio de la composición de una sinfonía cuando se presentó una
borrasca y él tuvo que dejar el balcón y guarecerse en la casa. Cuando reinició el trabajo compositivo en su
estudio, se asombró al constatar que las nuevas melodías no fluían a su
mente. Estuvo insistiendo por horas sin
ningún progreso. De madrugada, cuando
cesó la tempestad y retornó el silencio a la comarca, al maestro se le ocurrió
retornar al balcón. Ubicó en él tanto la
silla como el candil y la pequeña mesa que utilizaba para estos menesteres,
acomodó su cuaderno de composición sobre la mesa y procedió en su trabajo
compositivo. Se asombró de que las ideas
musicales volvían a su mente y se combinaban admirablemente con las notas que
ya estaban escritas. En medio de la
noche, alumbrado por el candil, nuestro compositor procedió con su obra
creadora luego de levantar la mirada y observar el inmenso manzano un largo
rato y agradecerle interiormente su maravillosa protección….
Pese a mi
insistencia, Aldemaro Romero no pudo recordar el nombre del compositor de
marras. Pensando sobre el asunto creo
que esta historia fue fruto del ingenio del maestro y fue una manera elegante
de decirme que la creación tiene infinitas maneras de presentarse en el ser
humano y que no necesariamente necesita una explicación de sus procederes. Lo cierto es no volví a insistir con el
maestro sobre el nombre del susodicho compositor….
Aldemaro Romero
fue un compositor venezolano nacido en Valencia en 1928 y fenecido 79 años después en la ciudad
de Caracas. Inicialmente fue un
compositor de música popular y director de orquesta de música bailable
venezolana y caribeña. También fue
escritor sobre temas musicales, en especial sobre los diversos tipos de joropo,
la música nacional de Venezuela, que tiene la particularidad de tocarse de
diversas maneras en el llano, centro y oriente del país sin que ello atente contra
su idiosincrasia pues la melodía sólo presenta diferencias en el tempo y la
lentitud o rapidez con que se toca la melodía.
También condujo una investigación (y escribió) sobre los orígenes del
merengue venezolano que lo llevó a indagar en la música popular española. El merengue fue una música popular del país
que por ser bailado en burdeles y otros sitios de baja estola era despreciada
por la encumbrada sociedad de las ciudades del centro del país. Fue necesaria la perseverancia de Luis
Alfonzo Larrain, otro músico venezolano, director de orquesta de música
bailable, para finalmente imponerse y ser bailado por la sociedad caraqueña de
la época de actuación de su orquesta de bailes (1937-1955).
Volviendo a
Romero, este compositor venezolano tiene memorables obras del cancionero
popular que serán eternamente recordadas
como Me queda el consuelo, Carretera, De repente, Conde a Principal,
Quinta Anauco. Caracas Cuatricentenaria y muchas otras que no acuden a la mente
en este momento. También compuso música
clásica, entre ellas un Oratorio a Simón Bolívar y muchas tocatas e innumerables música de
cámara pero su composición más conocida y tocada por muchas orquestas
sinfónicas del hemisferio occidental es Fuga con Pajarillo, una tocata donde
mezcla admirablemente ambos tipos de música de una forma tan admirable que es
una extraordinaria composición.
Por cierto en una ocasión, casi al final
de una de las numerosas entrevistas que tuve con este músico en el proceso de
escribir su biografía, viendo la facilidad como componía, pensando también en
el compositor Isaac Albéniz y su renombrada Suite Española, y considerando los
variados tipos de música (todos bellos)
de las diversas regiones del país, se me ocurrió recomendarle al maestro
Aldemaro que compusiera música
representativa de esas regiones, su contestación fue clara y determinante: “Si
usted o cualquier otra persona me contrata con ese propósito, yo me aboco a
hacerlo. Usted sabe, profesor (así me
decía), yo vivo de la música”. No sé si en ese momento también él pensaría en
Albéniz y no quería imitarlo. En todo
caso esta fue una manera elegante de eludir la situación y salirse del
problema. Por supuesto, si yo hubiera
tenido el millón de bolívares que el maestro aspiraba, con mucho gusto lo hubiera contratado.
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