lunes, 15 de diciembre de 2014

Manolo Monterrey, el Ciclón Antillano






      MANOLO MONTERREY: EL “CICLÓN ANTILLANO Y EL RECUERDO

         El pasado 25 de agosto se cumplió un año más de la desaparición física de uno de los mejores cantantes de orquesta –y tal vez  el mejor guarachero—de la música popular bailable de Venezuela.  Nacido en Guine, Cuba, en 1917, como Manuel Dagoberto Alemán Monterrey, mejor conocido como Manolo  Monterrey, el “Ciclón Antillano”, fue siempre un cantante versátil, poseedor de una hermosa y potente voz, la cual, como cosa inverosímil, se mantuvo con la misma consistencia hasta el final –un fenómeno similar al sucedido con la voz de Víctor Pérez, otro guarachero legendario del país.  Poseía una alegría innata que lo hacía sumamente simpático y facilitaba  su adaptación al público y la rápida aceptación de éste, particularmente en los bailes que amenizaban  las diversas orquestas con las que actuó.
         Manolo Monterrey llegó a Caracas en 1939 vestido de charro, acompañando con su guitarra al dúo femenino mexicano “Las Guarecitas”, el cual se presentó en la radio y en espectáculos de los centros nocturnos de la capital de esos años.  Luego de prolongada actuación “Las Guarecitas” regresarían a México pero su acompañante decidió quedarse en el país.  La misma semana de su llegada Manolo conoció a Rafa Galindo, quien desde entonces fue su amigo y, en más de una ocasión, su compañero de trabajo en las agrupaciones musicales donde ambos actuaron así como en los últimos años, como integrante del trío que realizara el “Show del Recuerdo”.
         Por cierto que su nombre artístico se lo proporciono el maestro Luis Alfonzo Larrain, el “Mago de la Música Bailable”, cuando lo contrató como uno de los vocalistas de su orquesta en 1942.  Sucedió así: debido a la Segunda Guerra Mundial que se hallaba entonces en pleno apogeo y motivado a la antipatía que en esos años generaba la palabra “alemán”,  Luis Alfonzo decidió, en una de esas arrancadas que lo hicieron famoso, que su nuevo cantante de guarachas se llamaría Manolo Monterrey y así se quedó por el resto de sus días.  Otra anécdota: Manolo se hizo guarachero en Venezuela y su bien timbrada voz le ganó fama en el país y, en relativo corto tiempo, en Latinoamérica.  Así mismo hay que señalar que uno de los miembros de esa orquesta de Luis Alfonzo Larrain lo bautizó el “Ciclón Antillano”, apodo que trascendió y permitió ser identificado con el público.
         Manolo Monterrey se casó en Caracas con Yolanda de Alemán y luego se divorció.  De este matrimonio tuvo un hijo que llamó Manolin.  Años después se querenció con Amanda Cisneros, su compañera por el resto de su vida.  De esta unión nacieron Reinaldo y Rosa Amanda.
         Este guarachero actuó posteriormente con otras orquestas de baile de la capital, como “Los peniques” y “Sorocaima”,  pero adquirió y mantuvo amplia   popularidad con dos: la   ”Billo´s   Caracas Boys”  y “Los Melódicos”.  Al concluir la Segunda Guerra Mundial y luego de una actuación en Aruba, Manolo Monterrey llegó a Caracas en 1945  para laborar como vocalista de la Orquesta “Billo´s Caracas Boys”.  Hay una anécdota relacionada con esta incorporación que refiere Rafa Galindo.  Por conducto de este cantante Manolo se enteró que la Billo´s estaba buscando un guarachero porque Víctor Pérez, vocalista de esta orquesta, le había dado una bofetada al duño del dancing Sans Souci, lugar donde se hallaba actuando dicha orquesta y el dueño había puesto como condición para mantener el contrato que el cantante saliera de esa orquesta.  Al principio Manolo se negó a aceptar la proposición de Billo Frómeta con el argumento de que él “no quería quitarle el puesto a nadie”, pero luego de percatarse de que su posición en nada mejoraría la situación de Víctor Pérez, decidió firmar el contrato.  El “Ciclón Antillano” permaneció con la Billo´s hasta la disolución de la orquesta en 1956.  Popularizó muchas guarachas con este conjunto orquestal, entre las cuales se cuentan: Ariel, Tú no me engañas, Swing con son, La burrita de Petare, Falda Larga, La última guaracha, Tócale la campana, El baile del sillón, El enamorao, El muerto de Las Grdillas, El censo lo dirá, La tecla nula, etc.  Con la “Billo´s Caracas Boys” grabó para la RCA Victor 8 guarachas y para la colección de Billo Frómeta llamada el “Sello Rojo” 136 composiciones (boleros, sones, guarachas, mosaicos).  Luego de actuar como vocalista  independiente durante algunos años, este guarachero se incorporó a principios de los 60 a la Orquesta “Los Melódicos” y 15 años después   concluyó su actividad orquestal con ella.  Manolo Monterrey grabó con esta última orquesta más de 40 composiciones, entre las cuales se cuentan: Apretaito, Callate muchacha, Embuste, embuste, El gago, La Jarana,  La luna enamorá, María Cristina, Serranita,  El pollito, Silverio, Facundo y la luna, Tírame la pelotica, El yere. Ya don Rafael habló, etc.  De allí en adelante trabajaría por su cuenta en centros nocturnos y residencias privadas hasta que formara con Víctor Pérez y Rafa Galindo un trío que efectuó actuaciones públicas y privadas  en Caracas y el interior del país, Colombia y Las Antillas, básicamente con un programa musical que llamaron El SHOW DEL RECUERDO.
         Manolo Monterrey también fue compositor.  Una de sus composiciones más populares fue la guaracha Se murió Camilo, la cual grabó con la “Billo´s Caracas Boys”.  Así mismo compuso el bolero-canción Serranita y la guaracha El gago y ambas las grabó con “Los Melódicos”.
         Por cierto que cuando la Orquesta “Billo´s Caracas Boys” se desbandó en 1956 motivado, entre otras razones, por los problemas personales de Frómeta (que lo llevaría a la cárcel acusado de bígamo), el maestro Billo declaró jocosamente en prisión de que “era tiempo de tener una nueva orquesta porque la actual tenía muchos viejitos”.  Utilizando su ingenio Manolo, con la participación de otros integrantes de la nueva orquesta que ellos formaron temporalmente, compuso una guaracha que se en tituló  Los viejitos si soplan, cuya grabación se convirtió casi instantáneamente en un éxito de popularidad.
         Quizás sea Manolo Monterrey el guarachero nacional que haya permanecido en el estrellato por más tiempo si se considera, además de su actuación personal, su labor con la Billo´s, Los Melódicos y otras orquestas nacionales. También es el cantante popular que hiciera el mayor número de grabaciones (alrededor de doscientas si se incluyen las que hizo con la Orquesta de Luis Alfonzo Larrain).  Tal vez sea Cheo García el que lo pueda igualar, aunque casi todas sus grabaciones la hiciera en los 21 años que  estuvo con la “Billo´s  Caracas Boys” y muy pocas con la orquesta que formara con Memo Morales.
         Una actividad en la que Manolo Monterrey dedicó tiempo y en la cual también sobresalió fue su actuación en la radio venezolana.  Manolo actuaría con cierto nivel de éxito en la animación de los programas radiales ¡A Gozar  Muchachos! Y Fiesta Fabulosa, programas donde actuara  la Orquesta “Billo´s Caracas Boys” por Radio Caracas.  También hay que mencionar que durante los años 1937 y 1938 se difundió en la radio latinoamericana la música típica “guajira” de Cuba, la cual presentaba un sabor demasiado vernáculo de ese país y en cuya difusión destacó el cantante cubiche Guillermo Portabales, quien puso de moda lo que se llamó el “punto cubano”.  A excepción de la Guajira Guantalamera, del compositor Joseíto Fernández, tanto la música guajira como el punto cubano tuvieron, por lo menos en Venezuela, una aceptación pasajera.  No obstante, en la década de los años 40, Manolo Monterrey se hizo famoso con “El Cronista Pildorín” en un programa vespertino de Radio Caracas, utilizando el estilo de Portabales y su tono del punto cubano.  En el mismo Manolo improvisaba versos alusivos a los sucesos cotidianos en una forma de crítica social (Citado por Alberto Pérez Perazo en su libro Ritmo Afrohispano Antillano 1865-1965, editado por Publicaciones Almacenadora Caracas C.A., Caracas, 1988).  Fue un programa que estuvo en el aire de tres a cuatro años y siempre era esperado y buscado por el radiófilo venezolano.
         Y he aquí una anécdota de mi propia autoría.  Por casualidad vi de cerca a este cantante popular en un restaurant de la capital.  Y digo por casualidad  pues fue mi acompañante el que lo cató y me señaló la pareja de ancianos que abordaba una mesa cercana a la calle  y procedía, con cortesía y atención dignas de todo elogio (por su edad) a retirar y acomodar la silla para que su pareja, una dama también anciana, se sentara.  El anciano me parecía conocido pero no había caído en cuenta de quién era e iba a preguntarle a mi amigo cuando Manolo esbozó su famosa sonrisa y entonces si pude identificarlo.  La pareja, ya sentada, procedió en su conversación de la manera más natural mientras nosotros seguíamos andando por la acera alejándonos del lugar.  Yo pensaba en la ingratitud que trae consigo la vejez: veinte o treinta años atrás la permanencia de Manolo Monterrey en el mismo sitio público hubiera producido una relativa conmoción entre los asistentes  y no como ahora cuando pasaba desapercibido….
         A Manolo Monterrey siempre se le recordará por su calidad interpretativa,  su actuación como guarachero  (o, como le dicen ahora, “sonero”), su simpática sonrisa y su contagiosa alegría.  La última actuación pública del “Ciclón Antillano” fue el sábado de carnaval de 1997, en un show con Rafa Galindo y Víctor Pérez, en la Plaza Altamira de Caracas, espectáculo donde también participaba la Orquesta de Charlie Frómeta.  Afectado por un cáncer que poco a poco fue mermando su resistencia y lo fue aislando de sus amigos, Manuel Dagoberto Alemán Monterrey falleció en Caracas el 25 de agosto de 1997.  Tenía 80 años.  Su compañera, Amanda, moriría tres meses después.


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