MANOLO
MONTERREY: EL “CICLÓN ANTILLANO Y EL RECUERDO
El
pasado 25 de agosto se cumplió un año más de la desaparición física de uno de
los mejores cantantes de orquesta –y tal vez
el mejor guarachero—de la música popular bailable de Venezuela. Nacido en Guine, Cuba, en 1917, como Manuel
Dagoberto Alemán Monterrey, mejor conocido como Manolo Monterrey, el “Ciclón Antillano”, fue siempre
un cantante versátil, poseedor de una hermosa y potente voz, la cual, como cosa
inverosímil, se mantuvo con la misma consistencia hasta el final –un fenómeno
similar al sucedido con la voz de Víctor Pérez, otro guarachero legendario del
país. Poseía una alegría innata que lo
hacía sumamente simpático y facilitaba
su adaptación al público y la rápida aceptación de éste, particularmente
en los bailes que amenizaban las
diversas orquestas con las que actuó.
Manolo
Monterrey llegó a Caracas en 1939 vestido de charro, acompañando con su
guitarra al dúo femenino mexicano “Las Guarecitas”, el cual se presentó en la radio
y en espectáculos de los centros nocturnos de la capital de esos años. Luego de prolongada actuación “Las
Guarecitas” regresarían a México pero su acompañante decidió quedarse en el
país. La misma semana de su llegada
Manolo conoció a Rafa Galindo, quien desde entonces fue su amigo y, en más de
una ocasión, su compañero de trabajo en las agrupaciones musicales donde ambos
actuaron así como en los últimos años, como integrante del trío que realizara
el “Show del Recuerdo”.
Por
cierto que su nombre artístico se lo proporciono el maestro Luis Alfonzo
Larrain, el “Mago de la Música Bailable”, cuando lo contrató como uno de los
vocalistas de su orquesta en 1942.
Sucedió así: debido a la Segunda Guerra Mundial que se hallaba entonces
en pleno apogeo y motivado a la antipatía que en esos años generaba la palabra
“alemán”, Luis Alfonzo decidió, en una
de esas arrancadas que lo hicieron famoso, que su nuevo cantante de guarachas
se llamaría Manolo Monterrey y así se quedó por el resto de sus días. Otra anécdota: Manolo se hizo guarachero en
Venezuela y su bien timbrada voz le ganó fama en el país y, en relativo corto
tiempo, en Latinoamérica. Así mismo hay
que señalar que uno de los miembros de esa orquesta de Luis Alfonzo Larrain lo
bautizó el “Ciclón Antillano”, apodo que trascendió y permitió ser identificado
con el público.
Manolo
Monterrey se casó en Caracas con Yolanda de Alemán y luego se divorció. De este matrimonio tuvo un hijo que llamó
Manolin. Años después se querenció con
Amanda Cisneros, su compañera por el resto de su vida. De esta unión nacieron Reinaldo y Rosa
Amanda.
Este guarachero actuó posteriormente con
otras orquestas de baile de la capital, como “Los peniques” y “Sorocaima”, pero adquirió y mantuvo amplia popularidad con dos: la ”Billo´s
Caracas Boys” y “Los Melódicos”. Al concluir la Segunda Guerra Mundial y luego
de una actuación en Aruba, Manolo Monterrey llegó a Caracas en 1945 para laborar como vocalista de la Orquesta “Billo´s
Caracas Boys”. Hay una anécdota
relacionada con esta incorporación que refiere Rafa Galindo. Por conducto de este cantante Manolo se
enteró que la Billo´s estaba buscando un guarachero porque Víctor Pérez,
vocalista de esta orquesta, le había dado una bofetada al duño del dancing Sans
Souci, lugar donde se hallaba actuando dicha orquesta y el dueño había puesto
como condición para mantener el contrato que el cantante saliera de esa
orquesta. Al principio Manolo se negó a
aceptar la proposición de Billo Frómeta con el argumento de que él “no quería
quitarle el puesto a nadie”, pero luego de percatarse de que su posición en
nada mejoraría la situación de Víctor Pérez, decidió firmar el contrato. El “Ciclón Antillano” permaneció con la
Billo´s hasta la disolución de la orquesta en 1956. Popularizó muchas guarachas con este conjunto
orquestal, entre las cuales se cuentan: Ariel,
Tú no me engañas, Swing con son, La burrita de Petare, Falda Larga, La última
guaracha, Tócale la campana, El baile del sillón, El enamorao, El muerto de Las
Grdillas, El censo lo dirá, La tecla nula, etc. Con la “Billo´s Caracas Boys” grabó para la
RCA Victor 8 guarachas y para la colección de Billo Frómeta llamada el “Sello Rojo”
136 composiciones (boleros, sones, guarachas, mosaicos). Luego de actuar como vocalista independiente durante algunos años, este guarachero
se incorporó a principios de los 60 a la Orquesta “Los Melódicos” y 15 años
después concluyó su actividad orquestal con ella. Manolo Monterrey grabó con esta última
orquesta más de 40 composiciones, entre las cuales se cuentan: Apretaito, Callate muchacha, Embuste,
embuste, El gago, La Jarana, La luna
enamorá, María Cristina, Serranita, El pollito, Silverio, Facundo y la luna,
Tírame la pelotica, El yere. Ya don Rafael habló, etc. De allí en adelante trabajaría por su cuenta
en centros nocturnos y residencias privadas hasta que formara con Víctor Pérez
y Rafa Galindo un trío que efectuó actuaciones públicas y privadas en Caracas y el interior del país, Colombia y
Las Antillas, básicamente con un programa musical que llamaron El SHOW DEL
RECUERDO.
Manolo
Monterrey también fue compositor. Una de
sus composiciones más populares fue la guaracha Se murió Camilo, la cual grabó con la “Billo´s Caracas Boys”. Así mismo compuso el bolero-canción Serranita y la guaracha El gago y ambas las grabó con “Los
Melódicos”.
Por
cierto que cuando la Orquesta “Billo´s Caracas Boys” se desbandó en 1956
motivado, entre otras razones, por los problemas personales de Frómeta (que lo
llevaría a la cárcel acusado de bígamo), el maestro Billo declaró jocosamente
en prisión de que “era tiempo de tener una nueva orquesta porque la actual
tenía muchos viejitos”. Utilizando su
ingenio Manolo, con la participación de otros integrantes de la nueva orquesta
que ellos formaron temporalmente, compuso una guaracha que se en tituló Los
viejitos si soplan, cuya grabación se convirtió casi instantáneamente en un
éxito de popularidad.
Quizás
sea Manolo Monterrey el guarachero nacional que haya permanecido en el
estrellato por más tiempo si se considera, además de su actuación personal, su
labor con la Billo´s, Los Melódicos y otras orquestas nacionales. También es el
cantante popular que hiciera el mayor número de grabaciones (alrededor de
doscientas si se incluyen las que hizo con la Orquesta de Luis Alfonzo Larrain). Tal vez sea Cheo García el que lo pueda
igualar, aunque casi todas sus grabaciones la hiciera en los 21 años que estuvo con la “Billo´s Caracas Boys” y muy pocas con la orquesta que
formara con Memo Morales.
Una actividad
en la que Manolo Monterrey dedicó tiempo y en la cual también sobresalió fue su
actuación en la radio venezolana. Manolo
actuaría con cierto nivel de éxito en la animación de los programas radiales ¡A
Gozar Muchachos! Y Fiesta Fabulosa,
programas donde actuara la Orquesta “Billo´s
Caracas Boys” por Radio Caracas. También
hay que mencionar que durante los años 1937 y 1938 se difundió en la radio
latinoamericana la música típica “guajira” de Cuba, la cual presentaba un sabor
demasiado vernáculo de ese país y en cuya difusión destacó el cantante cubiche
Guillermo Portabales, quien puso de moda lo que se llamó el “punto cubano”. A excepción de la Guajira Guantalamera, del compositor Joseíto Fernández, tanto la
música guajira como el punto cubano tuvieron, por lo menos en Venezuela, una
aceptación pasajera. No obstante, en la
década de los años 40, Manolo Monterrey se hizo famoso con “El Cronista
Pildorín” en un programa vespertino de Radio Caracas, utilizando el estilo de
Portabales y su tono del punto cubano.
En el mismo Manolo improvisaba versos alusivos a los sucesos cotidianos en
una forma de crítica social (Citado por Alberto Pérez Perazo en su libro Ritmo Afrohispano Antillano 1865-1965,
editado por Publicaciones Almacenadora Caracas C.A., Caracas, 1988). Fue un programa que estuvo en el aire de tres
a cuatro años y siempre era esperado y buscado por el radiófilo venezolano.
Y he
aquí una anécdota de mi propia autoría.
Por casualidad vi de cerca a este cantante popular en un restaurant de
la capital. Y digo por casualidad pues fue mi acompañante el que lo cató y me
señaló la pareja de ancianos que abordaba una mesa cercana a la calle y procedía, con cortesía y atención dignas de
todo elogio (por su edad) a retirar y acomodar la silla para que su pareja, una
dama también anciana, se sentara. El
anciano me parecía conocido pero no había caído en cuenta de quién era e iba a
preguntarle a mi amigo cuando Manolo esbozó su famosa sonrisa y entonces si
pude identificarlo. La pareja, ya
sentada, procedió en su conversación de la manera más natural mientras nosotros
seguíamos andando por la acera alejándonos del lugar. Yo pensaba en la ingratitud que trae consigo
la vejez: veinte o treinta años atrás la permanencia de Manolo Monterrey en el
mismo sitio público hubiera producido una relativa conmoción entre los
asistentes y no como ahora cuando pasaba
desapercibido….
A Manolo
Monterrey siempre se le recordará por su calidad interpretativa, su actuación como guarachero (o, como le dicen ahora, “sonero”), su simpática
sonrisa y su contagiosa alegría. La
última actuación pública del “Ciclón Antillano” fue el sábado de carnaval de
1997, en un show con Rafa Galindo y Víctor Pérez, en la Plaza Altamira de
Caracas, espectáculo donde también participaba la Orquesta de Charlie Frómeta. Afectado por un cáncer que poco a poco fue
mermando su resistencia y lo fue aislando de sus amigos, Manuel Dagoberto
Alemán Monterrey falleció en Caracas el 25 de agosto de 1997. Tenía 80 años. Su compañera, Amanda, moriría tres meses
después.
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